integración social
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El ejército en Israel como eslabón de integración social.

Créditos de las imagenes: IDF.

Mucho se habla sobre el rol del servicio militar obligatorio en Israel, y los beneficios sociales que genera, más allá de todo tema militar.

Les contamos sobre jóvenes autistas que integran cuerpos de inteligencia, y hoy les mostramos otro ejemplo que tiene que ver con jóvenes en “situación de riesgo social” como se les suele llamar y el aporte del ejército en este aspecto.

La realidad es que muchos hogares difíciles, traen a la sociedad jóvenes en situaciones complicadas, cuyo pronóstico social es riesgoso. Este no es un problema solo en Israel, sino que se puede ver en cualquier país y sociedad del mundo.

En la mayoría de los países sin embargo, estas situaciones no tienen un buffer, o elemento de contención, que les pueda dar a estos jóvenes una segunda oportunidad social, antes de convertirse en adultos y establecer un camino de vida.

En Israel, el ejército hace a veces esta tarea. No porque para ello haya sido creado, sino porque no tiene más remedio. El servicio es obligatorio y hay que lidiar con cuanto joven llega. Y el ejército es un ambiente que no puede darse el “lujo” de integrar elementos complicados.

Esta es la historia de uno de ellos, quizás el ejército no pueda resolver la situación de todos los jóvenes en situación de riesgo, pero esta historia nos refleja que algo muy importante a nivel social allí sucede.

El día de enrolarse se acerca y los adolescentes se preparan para comenzar una nueva etapa en sus vidas. Algunos llegan con preocupaciones y miedos, otros con alegría, ansiedad, pero lo más importante, llegan con sueños que cumplir. El ejército israelí, además de ser el responsable de proteger el Estado de Israel y a sus ciudadanos, es un marco de autorrealización y capacitación para el futuro de nuestros jóvenes luego del servicio obligatorio.

Hoy el Cabo Neería, un jóven en situación de riesgo, nos cuenta su camino desde el haber abandonado el colegio hasta llegar a las filas de las FDI.

Neería siempre fue un niño rebelde y su adolescencia no fue de las más fáciles ni tradicionales. Impulsado por sus padres comenzó el colegio común, pero años más tarde, tras no poder adaptarse a los estándares educativos lo transfirieron a una escuela para jóvenes en situación de riesgo, al mismo tiempo que decidió no vivir más con sus padres, cortando el diálogo por completo y mudándose con sus abuelos.

A pesar de no haber completado los 12 años de estudios obligatorios, y de que las clases de historia y geografía no hayan sido de su mayor interés, hubo algo que a Neería siempre lo motivó y llamó su atención hasta el día de hoy: la informática. Desde pequeño, supo que como israelí llegaría el momento en el que debería enrolarse en las FDI.

Sabiendo esto, Neería con la esperanza de poder desenvolverse en su campo de interés, comenzó a averiguar y a interesarse sobre la unidad MAMRAM (encargada de la administración de red informática). No paso mucho tiempo antes que el jóven comenzara a sentir una gran motivación hacia lo que pronto, él llamaría su sueño.

Eslabón de integración social

El día de enrolarse finalmente llegó.

Junto con todos sus sueños y expectativas, Neería comenzó sus tres meses de entrenamiento básico en un programa especial encargado de otorgar a los soldados la contención necesaria para insertarse en el sistema. Allí llegan jóvenes de todos lados del país con diferentes historias y pasado.

Los comandantes responsables de este curso pasan una capacitación especializada en casos de jóvenes en situaciones de riesgo. Con el fin de brindar una atención más personalizada, cada grupo de soldados está compuesto por un pequeño número de personas.

Si bien luego de finalizar el entrenamiento básico los jóvenes son asignados a trabajos sencillos, él quería llegar a MAMRAM. A pesar de que mucha gente en su camino le dijo que era sumamente difícil llegar allí, que no era lo indicado para él y que requería de estudios secundarios y de inglés, él nunca bajó los brazos y continuó luchando por su sueño.

Tras varios enfrentamientos, desafíos y pruebas, Neería logró llegar al curso de MAMRAM, finalizándolo con excelencia.

Hoy en día se encarga del funcionamiento y reparación de sistemas informáticos. Para Neería, este es un sueño hecho realidad que le ha abierto la posibilidad de pensar en un futuro en el mismo campo. Además, ha encontrado en el ejército, una segunda familia con la que comparte varias horas al día y en la que puede contar:

“No dejes que nadie te diga que no puedes lograr lo que te propongas. No hay nada que no se pueda alcanzar”.dice.

 
 

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