murciélagos
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Los murciélagos al volar aplican las leyes de la física de sonares.

Créditos de las imagenes: Public.

La mejor manera de seguir a un objeto en movimiento con una linterna es apuntarla a un costado. De este modo se alcanza el objeto con el borde del haz en vez de con el centro.

Nuevas investigaciones en Israel revelan que los murciélagos, que «ven» mediante haces de ondas sonoras, ladean sus haces en forma descentrada cuando quieren localizar un objeto.

La investigación, fue publicada en la revista Science, y muestra que esta estrategia es la más eficaz para localizar objetos.

El Doctor Nachum Ulanovsky y Yossi Yovel del Departamento muestran que el sonar del murciélago (o ecolocalización) obedece las mismas leyes físicas que el sonar de un submarino.

Los murciélagos (o los barcos) emiten un sonido y escuchan el eco. Entonces calculan de manera exacta el tipo y ubicación de los objetos que se encuentran a su alrededor. Para eso miden los cambios en las ondas de sonido reflejadas.

Sin embargo, existe un compromiso entre detección y localización.

El haz es más intenso en el centro, devolviendo más información. Eso es bueno para la detección, pero la localización se realiza mejor en el borde. Es allí donde la intensidad baja a medida que la señal se dispersa. Esto hace más fácil seguir el movimiento a través.

Son los murciélagos capaces de elegir la mejor estrategia de eco-localización?

Ulanovsky y Yovel, en colaboración con la profesora Cynthia Moss y Ben Falk de la Universidad de Maryland, entrenaron murciélagos. El objetivo era localizar y aterrizar en una esfera negra colocada al azar en una habitación totalmente a oscuras. La unica herramienta posible era la ecolocalización.

Una hilera de micrófonos especiales ubicados alrededor de las paredes de la habitación siguieron las ondas sonoras de los murciélagos. Al mismo tiempo dos cámaras de video infrarrojas siguieron sus patrones de vuelo.

Los murciélagos frugívoros egipcios producen sus señales en el laboratorio de Ulanovsky con pares de chasquidos.

Los investigadores identificaron un patrón. El primer par de chasquidos apuntaba primero a la izquierda, y luego a la derecha. El segundo par apuntaba primero a la derecha y luego a la izquierda.

A medida que los murciélagos se acercaban a aterrizar, continuaban lanzando sus haces de sonido a los lados de la esfera alternadamente. Esto es precisamente el lugar en donde una fórmula matemática para detección de sonares serían más eficaces.

Como la esfera era fácilmente detectable, la estrategia óptima del murciélago era de localización.

Para probar una situación en la cual se necesitaba tanto detección como localización, los científicos instalaron un gran panel detrás de la esfera que rebotaba las ondas de sonido a los oídos de los murciélagos.

Ahora, éstos tenían que encontrar los ecos de la esfera en medio de señales conflictivas.

Esta vez, cuando los murciélagos se aproximaban a su blanco, comenzaron a estrechar su barrido y apuntar los haces más o menos directamente hacia la esfera.

La ecolocalización en los delfines, el olfateo de los sabuesos, y hasta los movimientos de los ojos en los seres humanos, están basados en algún tipo de mecanismo sensorial activo.

Ulanovsky y Yovel consideran que lo que funciona para los murciélagos podría también ser válido para otros animales. «El sentir el gradiente» podría jugar un papel en todos estos y otros casos.

 

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