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Calentamiento global: floraciones de algas afectan a los ciclos de carbono.

Los científicos detrás de un nuevo estudio han descubierto que las proliferaciones de algas, al menos cuando son atacadas por virus, pueden afectar los ciclos globales de carbono.

Cuando hablamos de calentamiento global, la mayoría de la gente se enfoca en cuánto carbono se bombea a la atmósfera.

Pero para obtener una imagen completa, los científicos también deben considerar la fijación de carbono, que es el bombeo de carbono fuera de la atmósfera y su fijación en moléculas orgánicas por la fotosíntesis.

El fito plancton organismos unicelulares foto sintéticos puede representar menos del uno por ciento de la biomasa foto sintética total en la Tierra, pero tan pequeños como son, son las trampas de carbono más poderosas del océano, fijando casi la mitad del carbono orgánico del mundo.

Es fitoplancton que se multiplican y forman bloques de algas miles de kilómetros en el área que se puede ver desde el espacio.

Las floraciones de algas pueden tener una tendencia a crecer rápidamente y desaparecer repentinamente, pero actualmente están causando estragos en los Grandes Lagos, contaminando sus aguas hasta el punto que los funcionarios federales anunciaron planes para restaurar los lagos para el año 2020.

Para entender el proceso de fijación del carbono a nivel global, el “bombeo” de carbono hacia la atmósfera y su fijación en moléculas orgánicas a través de la fotosíntesis, es necesario una medición adecuada.

Según algunas estimaciones, casi la mitad del carbono orgánico en el mundo es fijado por organismos marinos llamados fitoplancton, organismos fotosintéticos unicelulares que representan menos del uno por ciento de la biomasa fotosintética total de la Tierra.

El Doctor Assaf Vardi, microbiólogo marino del Departamento de Ciencias Botánicas del Instituto Weizmann, el Profesor Ilan Koren, físico de nubes y el Doctor Yoav Lehahn, oceanógrafo, ambos del Departamento de Ciencias Terrestres y Planetarias, se dieron cuenta de que al combinar sus intereses podrían ser capaces de empezar a descubrir el papel que juegan estos organismos minúsculos en la regulación del contenido de carbono de la atmósfera.

A pesar de ser pequeño, el fitoplancton puede ser visto desde el espacio: se multiplica en “blooms” (cúmulos) que pueden alcanzar miles de kilómetros, coloreando parches en el océano que pueden ser rastreados y medidos a través de satélites.

Calentamiento global:

Estos “blooms” tienen la tendencia a crecer rápidamente y desaparecer de repente.

¿Cuánto carbono fija un “bloom” y que le pasa a ese carbono cuando el “bloom” se extingue?

Eso depende, en parte, de la causa de la muerte del “bloom”.

Por ejemplo, si es comido en su mayoría por otras especies marinas, ese carbono es transferido a través de la cadena alimentaria.

Si el fitoplancton murió por falta de alimento o por una infección viral, el proceso es más complicado. Los organismos muertos al hundirse pueden llevarse con ellos el carbono al fondo del océano; pero otros pueden ser recogidos por ciertas bacterias en aguas superficiales; éstas remueven el carbono orgánico y lo liberan a la atmósfera a través de su respiración.

Vardi, Koren y Lehahn se preguntaron si se podrían utilizar los datos de los satélites para detectar signos de desaparición de un “bloom” debido a una infección viral, un suceso que Vardi ha investigado en “blooms” naturales oceánicos y en el laboratorio.

Durante un reciente viaje de investigación cerca de Islandia con colegas de la Universidad de Rutgers y del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, los investigadores fueron capaces de recopilar datos sobre las interacciones entre las algas y los virus y sus efectos sobre los ciclos del carbono en el océano y el calentamiento global.

Mediante la combinación de datos satelitales con sus mediciones de campo ellos fueron capaces de medir por primera vez el efecto de los virus sobre los “blooms” de fitoplancton en áreas grandes y abiertas del océano.

Para eso, los científicos, primero tuvieron que identificar un subconjunto especial de parches en el océano en los cuales procesos físicos como las corrientes no afectan a los “blooms” para así poder observar sólo los efectos biológicos.

Luego, monitoreando un “bloom” en uno de estos parches, lograron rastrear su ciclo de vida. Esto les permitió cuantificar el rol de los virus en la desaparición de este “bloom” en particular.

Sus conclusiones fueron verificadas con datos recolectados por la investigación de una expedición en el Atlántico Norte.

Los científicos estimaron que un parche de algas de alrededor de 1.000 kilómetros cuadrados – que se forma en una semana o dos – puede fijar alrededor de 24.000 toneladas de carbono orgánico – equivalente a lo que fijaría un bosque tropical del mismo tamaño.

Dado que una infección viral puede aniquilar rápidamente un “bloom” completo, la capacidad de observar y medir este proceso desde el espacio podría contribuir en gran medida a la comprensión y a la cuantificación del recambio del ciclo del carbono, calentamiento global y de su sensibilidad a las condiciones de estrés ambiental, incluyendo a los virus marinos.

 
 

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